Gracias. :)
Solo
una reja de plata nos mantenía separados. Habíamos crecido tan cerca pero no
conocíamos nada sobre el uno del otro. Todos los días nos mirábamos, todos los
días a todas las horas pero nunca hablamos. Aun sigo desconociendo esa razón. Siempre
lo miraba; me daba tanta curiosidad. Aunque estábamos encerrados, él siempre sonreía.
No sé por qué, no sé si existía una razón para hacerlo. No sé si era feliz. No
había un minuto en el que no lo mirara. Me sorprendía la manera en la que
miraba y en la que se comportaba. A veces me preguntaba si sabía en donde se
encontraba.
Solo
una reja de cristal nos separaba, pero sentía que estábamos unidos en tantas
formas diferentes.
La
nieve caía fuertemente y el cuarto se congeló. Nunca lo vi enojado, mucho menos
triste. La verdad es que él fue quien me salvó incontable veces.
―¿Quién es él?―cuestioné una ocasión, pero nadie me
pudo dar una respuesta.
Dicen
que el amor es un sentimiento misterioso. Nace y crece de forma inexplicable y
cuando te das cuenta de su significado,
aun más en un mundo incomprensible. Eso me pasó a mí. Aunque había más
personas, ninguna me causaba tanta curiosidad como él.
―¿Cómo te llamas?―me atreví a preguntarle. Mi corazón
latía velozmente, como si me hubiera comido a un colibrí. No entendía este
sentir, pero extrañamente me gustaba como se sentía. Era tan cálido como los
días de verano.
―Mahou.―sonrió.―¿Y tú?
Que nombre tan extraño.
―Yo soy Umery.
―Es extraño que después de tantos años
estemos hablando, ¿no crees?―rio
gentilmente. Que chico tan extraño.
Lo
había visto crecer a través de los años. Recuerdo que siempre solía sentarse en
un mismo sitio, dejando que el aire jugara con su cabello. Él era diferente de
los demás. Su rostro tenía tanta paz que me hacía sentir bien. Este era un poco
llenito, con una sonrisa como ninguna otra. Sus ojos estaban revestidos de
largas pestañas incoloras, y el color de estos era un extraño azul pálido. Siempre
miraba hacia el mismo lugar; no sabía el porqué. Su cabello era lacio, un poco
largo y su tono, un rubio claro, combinaba
perfectamente con su nívea piel. Parecía que se trataba de un muñeco, tan
delicado, que no podía entender como era posible que se encontrara en este
sitio tan desolado.
―Si, eso creo.
Desde
ese entonces no paramos de hablar. Aunque no había mucho de que hablar, Mahou
siempre sacaba algo nuevo. Platicábamos de lo que fuera; el clima, la
naturaleza, el bien y el mal. No me aburría estando con él.
―Me gusta mucho platicar contigo.―comenté, recargándome en esa reja
cubierta de cristal.
―A mi también me gusta, eres muy
interesante, Umery.―añadió.
―El interesante eres tú.―acerté a decir. Yo era simplemente
una chica más que solo deseaba conocer más sobre él.―¿Por qué estás aquí?
Pregunté
al fin una de las tantas preguntas que tenía en mi cabeza. ¿Qué pudo haber
cometido él, para estar aquí? Mahou guardó silencio, siendo esta la primera vez
que sonreía de una manera diferente. Una manera…melancólica.
―Ya no recuerdo porque…―esbozó finalmente.
―Supongo que es mejor no recordar.―reí con nerviosismo. Nadie en este
lugar deseaba recordar la razón de nuestro encierro; era mejor vivir sin
tristezas ni falsas esperanzas.
―¿Y tú? ¿Cuál es la razón de tu
estancia en este singular lugar?―inquirió.
―Robé…a quien no debí.
―Una ladrona, ¿eh? No pensé que fueras
ese tipo de persona.
―No lo era, pero tuve que hacerlo. No
tuve otra opción.
―Aquí nadie ha tenido otra opción.
¿Cuál
era nuestro verdadero pecado? Hicimos cosas malas pero eso no justificaba
nuestro encierro. A veces me pregunto como será la vida allá afuera, lejos de
estas rejas frías. Todo es oscuro. Rara vez entra el sol. Algunas veces se
pueden ver las estrellas brillantes a través de una pequeña ventana llena de
polvo.
Aunque
sé perfectamente la respuesta, no puedo evitar preguntarme, ¿cuándo saldremos
de aquí?
―¿Qué significa tu nombre?―cuestioné, mientras dibujaba sobre la
tierra con ayuda de una roca.
―Libertad.
―¿No es eso algo contradictorio?
―Lo es, en verdad.―rio ante mi comentario. Me gustaba
tanto cada vez que sonreía. Podías ver claramente como su rostro brillaba
intensamente cada vez que lo hacía. Para mí, él era mi sol.
El
tiempo seguía pasando, pero yo deseaba detenerlo para siempre. Ya no me
importaba vivir toda un vida encerrada, solo quería verlo a él, estar a su
lado…aunque había algo que si deseaba con todas mis fuerzas; tocarlo.
El
tiempo es cruel, pasa sin dejar rastro y te hace olvidar cosas importantes,
cosas bellas. Te hace dar cuenta que nada es para siempre y que los
sentimientos mal cuidados, llegan a crecer increíblemente.
Como
deseaba romper esas rejas, pero era tan débil para hacerlo. Tan débil y
miedosa.
―Umery…
―¿Sí?
―¿Cómo eres?―inquirió, pero su pregunta me
sorprendió un poco.
―¿Eh?―pregunté incomprensible.
―¿Cómo eres físicamente?―volvió a preguntar.
―¿Por qué preguntas algo como eso?―reí, pero el chico no imitó mi risa. Guardé
silencio.
―No te has dado cuenta, ¿verdad?
Tenemos tanto tiempo platicando y aun no te has dado cuenta… Pero que ironía.
―¿Qué quieres decir, Mahou?
―Estoy ciego, Umery. Nunca he visto
nada en mi vida.―dijo
bajamente, sonriendo nítidamente. Me quedé en shock, ¿estaba hablando en serio?
Ahora
comprendía por qué siempre miraba al mismo punto todos los días, porqué sus
ojos tenían ese color tan extraño. No podía creerlo, pero supongo que es bueno
no ver nada, así no te das cuenta del horror en el que vivimos…o quizá era todo
lo contario.
―¿Ciego…?
―¿Me responderás?
―Ah, bueno…―hice una pausa. ¿Cómo se supone debía
describirme?
―Ojalá pudiera tocarte, así sería más
fácil.―rio,
volviendo a su normal comportamiento.
―Claro, si estas rejas no existieran.―mascullé.―Soy bastante normal… ―comencé a decir con algo de
nerviosismo.
―Umery,
no sé que quiere decir “normal”.―apuntó.
Yo asentí.
―Tienes razón, tienes razón….bueno… Cabello
largo cobrizo, tez blanca, ojos lilas y delgada.―dije velozmente. No deseaba entrar en
detalles.
―¿Es todo?―preguntó.
―Si.
―Vaya…si que eres normal.―esbozó burlonamente.―Creo que ahora más que antes me
gustaría verte de mi modo, solo que por ahora es imposible. Supongo que tendré
que imaginarte como hasta ahora lo he hecho.
―Supongo…
Todos
estos años juntos, pero nunca me di cuenta de esa verdad. Ahora que lo pienso,
siempre que lo miraba, él nunca se dio cuenta. Que tranquilidad. Solo una reja
nos dividía, pero yo seguía siendo una extraña ante sus ojos. Creo que eso es parte de mi castigo.
Pasaron
más días. Las personas comenzaron a susurrar, creando un plan. Estaban
planeando escapar y lo harían esta noche. Algunos estaban nerviosos, no sabían
que esperar de ese arriesgado plan pero algo estaba seguro…todos deseábamos
dejar para siempre este lugar.
―Dime, Mahou…
―¿Qué pasa, Umery?
―¿Te gustaría dejar este sitio?―pregunté un poco nerviosa. Aunque él
no me pudiera ver, me seguía dando pena hablarle.
―Por supuesto.―sonrió.―Sobretodo si es contigo.
Mi
corazón latió velozmente. No era una mentira lo que él me hacía sentir. Era
feliz hablando con Mahou, viéndolo todo los días…Ojalá pudiera estar con él
para siempre. Mis sentimientos eran fuertes y deseaba siempre guardarlos muy
dentro de mí, conservarlos toda una eternidad.
―¿Qué tal esta noche?
―¿No es muy apresurado?―se burló, creyendo que no hablaba en
serio.
―Esta es nuestra única oportunidad,
Mahou y esta noche será.―agregué
velozmente.
―Es una mentira, ¿verdad?―inquirió seriamente.
―¡No, claro que no!―exclamé.―¡No es una mentira, Mahou, es la
verdad! Esta noche los demás planean escapar, ¡es nuestra oportunidad!
Mahou
no dijo nada por unos minutos. Tuve miedo de su respuesta, quizá él era de la
opinión de no dejar esta cárcel… Quizá él solo quería estar en paz pero…
―¿En verdad quieres dejar este lugar
con un estorbo como yo? ¿Con un ciego que lo único que va a ser para ti es una molestia?
―¡Tu no eres un estorbo, nunca lo serás!―grité molesta.―Tu eres muy importante para mí, ¡eres
mi único amigo!
―Umery…
―¡No! ¡Tú eres todo lo que tengo!
Significas tanto para mí…no sabes cuanto ¡y no pienso dejarte aquí!
―Umery.
―No me importa que seas ciego, Mahou…
Tu para mi eres…―¿cómo
decir fácilmente el hecho de que estaba profundamente enamorada de él? ¿Cómo
expresar estas palabras que me carcomían por dentro, tan lentamente que me
hacía perecer?
¿Cómo,
maldita sea?
―¿Estás llorando?
¿Cómo
podía ser capaz de sentir este hermoso sentimiento, si yo estoy condenada? Soy
una persona llena de pecados, el amor es solo para los puros… Eso lo sé
perfectamente.
―No…
No
había necesidad de decir nada en ese momento y me sorprendía que supiera la
verdad sin ver nada. Estaba llorando porque no podía expresar mis sentimientos
hacía él, porque era tan tonta como para seguir creyendo en esperanzas. Mahou
se puso de pie, recargándose en la reja que nos separaba. Tan cerca pero a la
vez tan lejos. Como deseaba poder ser capaz de tocarlo…aunque fuera solo una
vez.
―Perdón…
No
tocamos el tema por el resto del día. Me era extraño no estar platicando con
él. Me hacía tanta falta.
Los
susurros se hicieron más fuerte. En unas horas el sol se escondería y entonces,
nuestra oportunidad se presentaría. No lo tenía que pensar dos veces; me iría,
y no dejaría solo a Mahou.
Todo
se quedó en silencio, mientras esperábamos la hora exacta para atacar. Mi
corazón no dejaba de latir; tenía mucho miedo, pero tenía que ser fuerte. Todos
estaban preparados, entonces, el ruido gobernó el lugar. No solo eran gritos
los presentes, los golpes también estaban ahí, mientras las personas peleaban
agresivamente contra esos demonios que nos tenían encerrados aquí. Las personas
se esparcieron, saliendo de sus rejas y manchando el suelo de sangre fría. Era
horrible, una escena que nunca deseé ni imaginé vivir.
Mi
reja se abrió, mientras las personas y demonios corrían por todos lados,
intentando acabar con la gresca que apenas estaba comenzando. Me puse de pie
velozmente, saliendo de esa prisión que por tantos años fue mi hogar. Abrí la cerca
de mi lado derecho, entrando a ese lugar al que nunca pensé lograr entrar.
―¡Mahou!
Me
acerqué a él, cuando el chico volteó en mi dirección. Su rostro estaba serio,
pensativo. Sin pensarlo demasiado, lo abracé fuertemente, rompiendo en llanto. Al
fin era capaz de tocarlo. No me importaba no salir de aquí, lo que tanto
anhelaba se había hecho realidad. Lo estaba tocando, sintiendo esa piel cálida
que siempre quise tocar. Él estaba justo frente a mí, sin esa reja que nos
mantenía separados.
―¿Umery? ¿Por qué…?―cuestionó tembloroso. Él tampoco
pensaba que esto pudiera ser una realidad.
―No podía dejarte aquí…Mahou…yo te
amo…―dije al fin
esas complicadas palabras. Si no era ahora, era nunca. No me importaba lo que
él pensara, tenía que decírselo.
―Umery…―tocó mi rostro delicadamente, haciendo
que mi piel se estremeciera. Él era todo para mí, lo único verdaderamente
importante en mi vida.―Eres
tan hermosa.
―Mahou…―musité llorando.
―No llores.―sonrió como él solo sabía hacerlo.―Eres todo lo que tengo, mi única luz
dentro de esta eterna oscuridad, ¿cómo no podría sentir lo mismo?
Esas
palabras que tanto soñé escuchar ahora estaban ahí, siendo pronunciadas por él.
Felicidad…eso era lo que sentía mi corazón en ese momento.
―Es hora de irnos…―sequé mis lágrimas―¡Vamos!―lo tomé de la mano, comenzando a
caminar.
―Pero…
―Confía en mí―esbocé.―Solo confía en mi, ¿sí?
―Está bien.
Salimos
de esa prisión que nos mantenía alejados. Corrí velozmente, indicándole el
camino por donde debía seguirme. No me separé de él para nada. Subimos las
escaleras que nos mantenían apartados del exterior, cuando una luz intensa se
presentó delante de nosotros. Estábamos cerca. Habíamos dejado atrás la riña y
el dolor. El deseo estaba por convertirse en realidad.
Atravesamos
esa puerta de barro, saliendo al fin. Las estrellas me dejaron ciega por unos
minutos… en ese momento lo entendí.
―Hermoso…
El
paisaje que se mostraba delante de nosotros era increíble. Totalmente diferente
de mis recuerdos e imaginaciones. Todo era tan brillante y hermoso, tan verde y
diferente de esas sombras.
―Al fin…―apretó fuertemente mi mano. Aunque él
no pudiera ver nada, sabía muy bien que ya no estábamos allá. El aire era
fresco y las estrellas iluminaban intensamente el cielo, el cual nunca pensé
volver a ver.
Un
dolor en mi pecho. ¿Qué era eso? Mi visión se distorsionó, convirtiéndose en
sombras. ¿En dónde estaba? ¿Había vuelto a esa prisión? Una realidad que se
manchó. Los sueños, sueños son, pero se pueden hacer realidad si trabajas por
ellos, pero hay ocasiones en las que el trabajo no es nada comparado con el
destino. Cuando al fin pudimos salir de ese temible lugar, nuestro destino jugó
cruelmente con nosotros. Pensé que había encontrado la felicidad, pero lo único
que encontré fue más tristeza y dolor.
Ya
no estaba con él y ya nunca más podría estarlo. Mi sol había desaparecido, se
había marchitado como una débil flor. El color carmesí nos envolvió, dejándonos
dentro de ese eterno y frío sueño. Nuestro corazón había dejado de latir, los
dos al mismo tiempo. No existía una salida, no había un nuevo comienzo. Nadie
nunca podrá salir de esas rejas. Estábamos muertos…nos habían matado esos
demonios.
―Umery…Umery…
Esa
voz de nuevo. Abrí mis ojos lentamente, viéndolo de nuevo. ¿Ahora qué? ¿Un
nuevo juego?
―¿Qué?
―Tenía razón, en verdad eres bella.
Esa
sonrisa que podía cambiar el mundo. Sus ojos ya no tenían ese azul pálido,
ahora eran verdes, tan verdes como las hojas de los árboles. ¿Cómo? Volteé a mí
alrededor. No existían las sombras ni el dolor. Ya no había rejas ni oscuridad.
Un campo floreado nos envolvía, con flores de todos los colores. Las mariposas
volaban libremente, sin encontrarse con un muro de cristal. No lo podía creer…
¿en dónde estábamos?
―¿Pero que…pasó…?
Estaba
segura que habíamos muerto, lo recuerdo tan perfectamente, entonces, ¿esto que
era?
―Este es nuestro propio edén. Solo tú
y yo.
Palabras
incompresibles pero llenas de tranquilidad. ¿Un edén en donde vivir libremente junto
a él?
―¿Solo tu y yo? ¿En serio?
Mahou
se acercó a mí, acariciando gentilmente mi rostro.
―Solo tu y yo, para siempre.―lo miré detenidamente, de la misma
forma que él lo hacía.
―Para siempre…
―Te amo,
Umery.
―Yo también te
amo.
Un beso que
cambió mi realidad, una realidad que se convirtió en un hermoso sueño. Definitivamente
mi vida cambió dentro de esas rejas de plata y si volviera a nacer, volvería a
hacer lo mismo, esperando poder encontrarte de nuevo. Mi hermoso y único sol.
**Comentarios del autor: ¡Aww, terminado! Recién salido del horno, ¡ajaja! :) La verdad es que había pensado en un final más desgarrador y triste pero dije, "un cambio viene bien", así que dejé que vivieran felizmente. Pobre chicos, ya habían sufrido demasiado. Bueno, espero les haya gustado, así como a mi me gustó crearlo. Las canciones principales que me inspiraron en esta historia fueron "Start Line de 404NOTFOUND" "Dearest de Sadie" & "Scheat de SuG" Muchas gracias a ellos. :D**